domingo, 8 de noviembre de 2015

"Oraciones efectivas"







                                                  Obstáculos para la oración efectiva 


El obstáculo más obvio para la oración efectiva es la presencia de iniquidad y pecados inconfesos en el corazón del que ora. Porque nuestro Dios es santo, hay una barrera que existe entre Él y nosotros cuando venimos a Él con un pecado inconfeso en nuestras vidas. “Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros Su rostro para no oír.” (Isaías 59:2). David concuerda con ello, sabiendo por experiencia que Dios está lejos de aquellos que tratan de esconder su pecado de Dios: “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado.” (Salmos 66:18).

La Biblia se refiere a muchas áreas de pecado que son obstáculos para la oración efectiva. Primero, cuando estamos viviendo de acuerdo a la carne, y no al Espíritu, nuestro deseo de orar y nuestra habilidad y efectividad para comunicarnos con Dios están obstaculizados. Aunque recibimos una nueva naturaleza cuando nacimos de nuevo, esa nueva naturaleza aún reside en nuestro antiguo cuerpo y esa vieja “tienda” es corrupta y pecadora. La carne puede ganar el control de nuestras acciones, actitudes, y motivos, a menos que seamos diligentes en “hacer morir las obras de la carne” (Romanos 8:13), y seamos guiados por el Espíritu en una correcta relación con Dios. Sólo entonces Él escuchará y responderá a nuestras oraciones.

Una manera de vivir en la carne se manifiesta en el egoísmo, otro impedimento para la oración efectiva. Cuando nuestras oraciones son motivadas por el egoísmo, cuando le pedimos a Dios por lo que queremos, en lugar de por lo que Él desea, nuestros motivos obstaculizan nuestras oraciones. “Y esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye.” (1 Juan 5:14). El pedir de acuerdo a la voluntad de Dios es lo mismo que pedir en sumisión a cualquier cosa que pueda ser Su voluntad, ya sea que sepamos o no de qué se trate. Como en todas las cosas, Jesús debe ser nuestro ejemplo en la oración. Él siempre oraba en la voluntad de Su Padre: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa, pero no se haga mi voluntad sino la tuya.” (Lucas 22:42). Las oraciones egoístas son siempre aquellas que tienen como intención, gratificar nuestros propios deseos egoístas, y no podemos esperar que Dios responda a tales oraciones. “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.” (Santiago 4:3).

El vivir de acuerdo a los egoístas deseos de la carne, también obstaculizará nuestras oraciones, porque produce un endurecimiento del corazón hacia otros. Si somos indiferentes a las necesidades de otros, podemos esperar que Dios sea indiferente a nuestras necesidades. Cuando vamos ante Dios en oración, nuestro primer interés debe ser Su voluntad. El segundo debe ser las necesidades de otros. Esto proviene del entendimiento de que debemos considerar a otros antes que a nosotros mismos y estar preocupados por sus intereses por encima de los nuestros. (Filipenses 2:3-4)

Un obstáculo mayor para la oración efectiva es un espíritu que se niega a perdonar a otros. Cuando rehusamos perdonar a otros, crece una raíz de amargura en nuestros corazones, que ahoga nuestras oraciones. ¿Cómo podemos esperar que Dios derrame Sus bendiciones sobre nosotros –indignos pecadores— si albergamos odio y amargura hacia otros y una indisposición a perdonar? Este principio fue bellamente ilustrado en la parábola del sirviente que no perdonó en Mateo 18:23-35. El principio en esta historia es que Dios nos ha perdonado una deuda más allá de toda medida - nuestro pecado - y Él espera que nosotros perdonemos a otros, así como nosotros hemos sido perdonados. El rehusar hacerlo constituye un obstáculo en nuestras oraciones.

Otro gran obstáculo para la oración efectiva es nuestra duda e incredulidad. Esto no significa, como algunos sugieren, que porque venimos a Dios convencidos de que Él nos concederá nuestras peticiones, Él está de alguna manera obligado a hacerlo. El orar sin dudar, significa orar con la firme creencia y entendimiento del carácter, naturaleza y motivos de Dios. “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” (Hebreos 11:6). Cuando venimos a Dios en oración, dudando de Su carácter, propósito, y promesas, lo insultamos terriblemente. Nuestra confianza debe estar en Su habilidad para concedernos cualquier petición que esté de acuerdo con Su voluntad y propósito para nuestras vidas y con el entendimiento de que cualquiera que sean Sus propósitos, es la mejor situación posible. “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.” (Santiago 1:6-7).

Finalmente, la discordia en el hogar es definitivamente un impedimento para la oración. Pedro menciona específicamente esto como un estorbo en las oraciones de un esposo, cuya actitud hacia su esposa es menos que bondadosa. “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.” (1 Pedro 3:7). Donde hay serios conflictos en las relaciones familiares, y la cabeza del hogar no está demostrando las actitudes que Pedro menciona, su oración y comunicación con Dios está seriamente obstruida. De igual manera, las esposas deben seguir los principios bíblicos de sumisión al liderazgo de su esposo, si quieren que sus oraciones no sean obstaculizadas (Efesios 5).

Afortunadamente, todos estos obstáculos en la oración pueden ser solucionados de inmediato, viniendo ante Dios en una oración caracterizada primeramente por el arrepentimiento. Primera de Juan 1:9 nos asegura que “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” Una vez que hayamos hecho eso, disfrutaremos de un canal claro y abierto de comunicación con Dios, y nuestras oraciones no sólo serán escuchadas y respondidas, sino que estarán llenas de una profunda sensación de gozo.Dios le bendiga.

"El divorcio nuestra ultima opción"







                          ¿Cuáles son los motivos bíblicos para el divorcio?



 Cuando se habla de lo que dice la Biblia acerca del divorcio, es importante tener en mente las palabras de Malaquías 2:16 (NVI), "Yo aborrezco el divorcio—dice el SEÑOR, Dios de Israel." Cualquier posible motivo que da la Biblia para el divorcio, eso no significa que Dios desea que un divorcio ocurra en esas instancias. En lugar de preguntar "¿es _______ un motivo de divorcio?", a menudo la pregunta debería ser "¿es _______ un motivo de perdón, restauración y/o asesoramiento?"

La Biblia da dos motivos claros para el divorcio: (1) la inmoralidad sexual (Mateo 5:3219:9) y (2) el abandono por un incrédulo (1 Corintios 7:15). Incluso en estos dos casos, sin embargo, el divorcio no es necesario o incluso animado. El máximo que se puede decir es que la inmoralidad sexual y el abandono son motivos (un permiso) para el divorcio. La confesión, el perdón, la reconciliación y la restauración son siempre los primeros pasos. El divorcio debe considerarse sólo como un último recurso.

¿Hay algún motivo de divorcio más allá de lo que dice la Biblia explícitamente? Tal vez, pero no presumimos en la Palabra de Dios. Es muy peligroso ir más allá de lo que dice la Biblia (1 Corintios 4:6). Los motivos adicionales más frecuentes de divorcio de los cuales la gente pregunta son el abuso conyugal (físico o emocional), el abuso infantil (emocional, físico o sexual), la adicción a la pornografía, el uso de drogas / alcohol, crimen / prisión y la mala administración de las finanzas (tales como una adicción al juego). Ninguno de estos puede ser reclamado con base bíblica explícita para un divorcio.

Eso no necesariamente significa, sin embargo, que no son motivos de divorcio que Dios aprobaría. Por ejemplo, no podemos imaginar que sería el deseo de Dios para una mujer permanecer con un marido que abusa físicamente de ella o sus hijos. En tal caso, la esposa debe separar definitivamente, ella y sus hijos, de su marido abusivo. Sin embargo, incluso en una situación así, un tiempo de separación con el objetivo de arrepentimiento y restauración debe ser el ideal, no necesariamente comenzando inmediatamente el proceso de divorcio. Por favor entiende, diciendo que lo anterior no son motivos bíblicos del divorcio, definitivamente no estamos diciendo que un hombre/una mujer cuyo cónyuge participa en tales actividades debe permanecer en la situación. Si existe algún riesgo a uno mismo o a los niños, la separación es un paso apropiado y bueno.

Otra manera de mirar este tema es distinguir entre la base bíblica para el divorcio y fundamentos bíblicos para divorciarse y volverse a casar. Algunos interpretan los dos motivos bíblicos para el divorcio mencionados anteriormente como los únicos motivos para volverse a casar después de un divorcio, pero en otras instancias permiten el divorcio sin la intención de volverse a casar. Mientras que esto es una interpretación plausible, parece que se acerque demasiado a presunción sobre la Palabra de Dios.

En resumen, ¿cuáles son los motivos bíblicos del divorcio? La respuesta es la inmoralidad sexual y el abandono por un cónyuge incrédulo. ¿Hay motivos adicionales de divorcio más allá de estos dos? Posiblemente. ¿El divorcio debe ser tratado ligeramente o empleado como el primer recurso? Absolutamente no. Dios es capaz de cambiar y transformar a cualquier persona. Dios es capaz de sanar y renovar cualquier matrimonio. El divorcio debe ocurrir solamente en los casos de pecado atroz impenitente y repetido. Dios les bendiga.


¿Hay Algun Pecado que Dios no perdone?






¿Hay algún pecado que Dios no perdone?"
Para un hijo de Dios nacido de nuevo, no hay pecado que sea imperdonable. Todo pecado fue perdonado en la cruz, para aquellos que pertenecen a Cristo. Cuando Jesús dijo, “Consumado es.” (Juan 19:30), Él aseguró que el castigo por todos los pecados fue pagado en su totalidad. La palabra traducida como “consumado” es la palabra griega tetelestai. Esa palabra se usaba de diversas maneras. Era utilizada para estampar el sello de “pagado” en un recibo, y también era el sello que se ponía sobre los cargos contra un criminal, una vez que había cumplido su sentencia. Un tetelestai era clavado en la puerta de la casa del criminal, para comprobar que realmente él ya había pagado totalmente por sus crímenes. 

Pueden ver la aplicación en la transacción de la Cruz, entre el Señor Jesucristo y Dios Padre. Jesucristo concluyó la transacción legal y satisfizo la justificación demandada por Dios como el pago por el pecado. El Señor Jesucristo se convirtió en nuestro sacrificio por el pecado y “El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” (Juan 1:29). Cuando Cristo estuvo separado de Dios Padre durante esas tres horas de tinieblas sobrenaturales (Mateo 27:45), el trato fue sellado. Como leemos en Lucas, Jesús fue reunido con el Padre. “Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.” (Lucas 23:46). Por tanto, todos los pecados fueron pagados de una vez por todas. 

Sin embargo, hay una condición para que Dios perdone el pecado. El hombre debe venir a Dios únicamente a través de Jesucristo. “Jesús dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6). El perdón de Dios está disponible para todo el que venga a Él (Juan 3:16), pero para aquellos que no creen en el Señor Jesucristo, no hay perdón ni remisión de pecados (Hechos 10:43). Por tanto, los únicos pecados que Dios no perdonará en esta era de la gracia, son los pecados de aquellos que mueren sin antes haber puesto su fe en Jesucristo. Si una persona pasa por la vida aquí en la tierra, y nunca aprovecha la provisión que Dios ha hecho a través del Señor Jesucristo, pasará la eternidad separado de Dios y por lo tanto, sin haber sido perdonado.

Los creyentes nacidos de nuevo también pecan, y cuando lo hacemos, nos colocamos fuera de la comunión con el Señor. Sin embargo, Dios ha hecho una provisión para eso. El Espíritu Santo que mora dentro de cada creyente nacido de nuevo, nos convence de que hemos pecado, y cuando eso sucede, tenemos la elección de responder de inmediato y renovar nuestra comunión. Una vez que una persona ha nacido de nuevo y ha aceptado a Cristo como su Salvador, no hay manera de que pueda perder la vida eterna en base a sus acciones. Podemos perder nuestra comunión con Dios, y no gozar de nuestra salvación, pero eso es algo que podemos remediar a través de la confesión. 

La primera epístola de Juan es una carta escrita a los creyentes nacidos de nuevo, y tiene una información práctica de cómo caminar en comunión con Dios. “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.” (1 Juan 1:8). Ahora, recuerda, esta es una carta dirigida a los creyentes nacidos de nuevo. Dios no se hace ilusiones en cuanto a nosotros y nuestra capacidad para pecar, y nosotros tampoco debemos. 

El “Si” al principio de 1 Juan 1:8 y 1:9 es una tercera clase de “si” en el griego, y significa “tal vez si, tal vez no.” Aquí hay una condición; si “confesamos.” Esta palabra en el griego es homología, que significa “decir la misma cosa, o citar el caso.” Homo significa “mismo” y logia significa “palabra.” Significa que concordamos con Dios en que hemos pecado. Pero todos los pecados fueron perdonados en la cruz, y como creyentes nacidos de nuevo, todos nuestros pecados han sido perdonados. Y porque ese es un hecho legal, necesitamos caminar en luz y en comunión, porque esa es nuestra posición en Cristo Jesús. “Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.” (1 Juan 1:7). Eso no nos da una licencia para seguir pecando. Antes bien, los creyentes nacidos de nuevo que están caminando en luz y comunión con Dios, serán prontos para confesar su pecado, para mantener una continua y clara comunión con el Señor. Dios te bendiga.